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sábado, 8 de julio de 2017

AMARTE ES MI PECADO CAPÍTULO FINAL.



La madrugada era un susurro helado y el viento azotaba sin piedad las ventanas de la casa donde dormían Minho y Changmin. La penumbra era apenas interrumpida por la débil llama de una vela casi consumida cuando golpes urgentes resonaron en la puerta.

Eunhyuk, con el rostro descompuesto y el aliento entrecortado, entró tambaleándose. Su mirada era una mezcla de miedo y desesperación.

—Changmin… —balbuceó mientras era tomado del brazo para estabilizarse—. Es… es terrible. Vi cómo… cómo se lo llevaban.

Changmin apretó los puños, la tensión tensando sus músculos. Sin dejar que Eunhyuk terminara, ya intuía el horror de la escena.

—¿Dónde? —la voz de Changmin era firme, casi un susurro quebrado.

—En la carreta… llevaban a un joven. No sé quién es, pero… escuché que lo llamaban Yunho.

Minho se acercó con pasos silenciosos, su rostro reflejaba la mezcla de preocupación y determinación.

—¿Y qué pasó con Junsu y Yoochun? —preguntó.

—Los vi también, esperaron en un hostal hasta que la tormenta amainara. Cuando llegaron a la carreta, Yoochun saltó de inmediato para ayudar al joven que estaba tirado en el barro. Junsu… —Eunhyuk tragó saliva—. Junsu casi grita.

Changmin sintió que el nudo en su pecho se apretaba aún más. Sin pensarlo, se levantó, la determinación en sus ojos era un fuego imperecedero.

—No dejaré que se los lleven. Iré tras ellos.

Minho le tomó el brazo, su mirada suave pero firme.

—No importa qué pase, siempre irás tras él.

Changmin acarició la mejilla de Minho, una sonrisa triste y cálida cruzó sus labios.

—Nunca lo he negado. Él siempre estará en mi corazón... pero me hace bien tu compañía.

—Esa es otra forma de amar —susurró Minho, y la habitación quedó envuelta en un silencio tierno.

Mientras tanto, en la otra casa, la tormenta no daba tregua. Las llamas de las velas titilaban y morían, dejando la estancia casi en penumbra. Yunho, impulsado por la necesidad, salió en medio de la noche hacia el cuarto de herramientas para buscar más aceite y velas. El viento rugía, intentando apagar no solo las luces, sino también la esperanza.

Sus ojos se nublaron por el dolor y el cansancio, y pronto la oscuridad lo envolvió.

Horas después, Yunho luchaba por abrir los ojos. Un dolor punzante en la nuca lo inmovilizaba. Intentó llamar a Jaejoong, pero su voz no salió como esperaba, y la niebla mental lo absorbió nuevamente.

Vio figuras a su alrededor, Yoochun y Junsu, que le hablaban sin que sus palabras lograran atravesar el muro que lo separaba de la conciencia.

Despertó de nuevo, jadeante, buscando a Jaejoong con la mirada y la voz.

—Tranquilo… —le decía Yoochun—, te encontramos inconsciente.

—¿Dónde está Jaejoong? —preguntó con voz débil, sintiendo que el mundo giraba a su alrededor.

—No te esfuerces —respondieron—. El dolor es fuerte.

Minho apareció con vendajes y medicina, calmando el malestar.

—Te dieron un golpe feo —dijo—. Necesitas reposo y tomar las medicinas.

—¿Dónde está Jaejoong? —la voz temblaba, pero la respuesta fue una herida invisible.

—Están buscándolo. Muchos jinetes tras de él.

Yunho quiso levantarse, pero su cuerpo se negó.

—Debes recuperar fuerzas para ayudarlo —ordenó Minho—. Mañana partiremos.

—Nos llevan ventaja… —musitó Yunho.

—Changmin va tras ellos. Seguro les dará alcance.

Yunho cerró los ojos y susurró, como para sí mismo:

—Siempre él…

El destino estaba marcado, y en medio de la tormenta, el amor, la lealtad y la lucha por lo perdido se entrelazaban en un único camino, incierto pero ineludible.


La señora Jung pasaba las horas atrapada en un tormento silencioso, sus ojos clavados en el ventanal como buscando en el horizonte la llegada de su hijo perdido. Cada sombra, cada silueta que se acercaba le devolvía la esperanza, solo para arrebatarla segundos después.

La risa de Ryung la sacó bruscamente de sus pensamientos, una risa que parecía arrastrar ecos de desafío y desprecio.

—Sabes que no eres bienvenida —escupió la señora Jung con voz gélida.

—Soy tu sobrina —respondió Ryung, con una mueca desdeñosa, tomando un sorbo de su vaso—. Y no soy menos que tú.

—Eres una mujerzuela, no eres nada mío —replicó la mujer con desprecio.

—Qué falsa moral tienes, señora Jung —dijo Ryung, clavando la mirada—. La misma moral que te ciega y te hace odiar al único hombre que puede salvarte el alma.

—Acaba con ese vaso y vete. Ya sabes lo que pienso de ti.

Ryung se levantó con gracia insolente, su vestido de corte y bordados resplandecía incluso bajo la luz mortecina del aposento.

—Las vestiduras no hacen a una dama, son sus actos, su moral... moral de la cual careces —escupió, y luego añadió, con una sonrisa amarga—. El sacerdote te ganó. Tu hijo se ha rendido ante esa sotana.

—Mi hijo regresará —aseguró la señora Jung con furia contenida—, cuando ese hechizo se rompa.

—Espero que el sacerdote arda en la hoguera —dijo Ryung con voz cargada de veneno—, pero ten cuidado... las brujas también arden.

—¡Insolente! ¡Fuera! —ordenó la señora Jung, haciendo que Ryung se retirara entre risas provocativas, coqueteando con los peones a su paso.

La señora Jung se paseó altiva por los largos corredores de la mansión, llamando a los empleados para reprenderlos.

—¿Cómo se atreven a dejar pasar a esa mujer? —dijo con voz firme—. No es familia, ni digna de pisar esta casa. Ella es una intrusa.

Cuando llegaron los peones que había enviado en busca de su hijo, los recibió con la esperanza encendida.

—¿Qué noticias? ¿Dónde está? —preguntó con voz temblorosa.

Los hombres, cansados y sombríos, intercambiaron miradas antes de hablar.

—Se lo llevaron, doña.

—¿Se lo llevaron? ¡Hablen!

—Llegamos tarde, doña. Otros jinetes se lo llevaron.

—¿Y del señorito? ¿Alguna pista?

Ellos encogieron los hombros, impotentes.

—No sabemos nada.

La señora Jung apretó los labios, mordiendo la rabia que le carcomía el alma.

—¿Y ese mentiroso? —preguntó, refiriéndose al sacerdote.

Nuevamente, silencio.

Los hombres evitaron el tema, recordando las miradas que habían recibido en el bar del pueblo donde otros jinetes buscaban a un hombre importante. Decidieron no involucrarse, prefiriendo la seguridad de su propia vida antes que la lealtad.

—¿Y la recompensa? —exigió la señora Jung.

—Pagó por nada, doña —respondió uno, al borde del cansancio.

La señora Jung los echó sin contemplaciones, reprochándose a sí misma.

—Es culpa mía por confiar en estos inútiles.

Mientras tanto, en la Santa Sede, el joven sacerdote Yuu observaba con creciente inquietud a su tío, el Cardenal. Sus actos secretos y susurrados rumores sobre prácticas oscuras en la iglesia lo ponían en alerta.

Decidió seguirlo con cautela, investigando sus movimientos, intentando no caer en la misma corrupción ni cometer un error fatal. Sospechaba que una logia secreta de cardenales ocultaba oscuros secretos tras las sagradas paredes.

Aquella noche, cuando el viento apagó las velas y la tormenta rugió con furia, los hombres del arzobispo golpearon a Yunho con brutalidad, dejándolo inconsciente. Entre gritos y forcejeos, Jaejoong, impotente, fue subido a una carreta, sus captores reían como si no existiera el temor ni la culpa.

La lluvia había cesado, pero el frío mordía la piel y el alma. Los jinetes, ebrios y descontrolados, miraban al sacerdote como si su calor pudiera calmar el frío que los consumía.

Jaejoong se aferró a los barrotes, gritando el nombre de Yunho en vano. Se acurrucó en un rincón, temblando, cuando de repente el sonido de cascos interrumpió la algarabía.

—¡Alto! —gritó una voz firme.

La puerta de la carreta se abrió y una sombra apareció, alargada por la luz de un relámpago. Era un hombre joven, con porte marcial y una mano extendida.

—Ven conmigo —dijo—. Esos miserables ya no son amenaza.

Al descender, Jaejoong vio las filas de jinetes formados, y dos estandartes con los colores de la Santa Sede ondeaban al viento.

—Capitán Jang Geun Suk —se presentó el joven—. Tengo órdenes de llevarte ante las autoridades eclesiásticas.

Lo ayudó a subir a un carruaje y se sentó a su lado. Después de un breve silencio, habló.

—Dijeron que eres una amenaza para la fe.

Jaejoong lo miró, desconcertado.

—¿Una amenaza?

El capitán carraspeó.

—Demasiado. Pero no nos compares con esos bandidos. Hablo por mí y por mis hombres: somos hombres de honor. Bajo mi protección, nadie te hará daño.

El carruaje partió con prisa, rumbo al tren que los llevaría al siguiente pueblo.

El arzobispo recibió un mensajero con noticias recientes. Al oírlas, murmuró para sí, preocupado.

—Debo partir de inmediato.

—¿Habla solo, monseñor? —preguntó la señora Jung, que lo observaba.

—No, querida señora —respondió con voz ronca—. Estoy orando.


La señora Jung alzó una ceja, el gesto cargado de desdén, al ver a un muchacho joven sacar con cuidado el pesado equipaje del arzobispo. La atmósfera en la estancia parecía pesar aún más con aquella simple escena.

—¿Qué significa esto? —preguntó, su voz tan cortante como un filo invisible.

El arzobispo, con una calma teatral, giró lentamente hacia ella, una sonrisa ambigua asomando en sus labios.

—Mi querida dama —respondió con voz suave, pero firme—, las obligaciones en la Santa Sede demandan mi presencia constante. Soy, como bien verá, un siervo obediente del divino.

La señora Jung, conocedora desde hace tiempo de la verdadera naturaleza de aquel hombre, arqueó una ceja con ironía contenida. Sus ojos destellaron reproche.

—Ya sé qué clase de hombre es usted —murmuró con veneno en cada palabra—. La moral no parece ser su fuerte.

El arzobispo, sin perder la compostura, alzó una ceja en un gesto de fingida sorpresa, pero decidió no ahondar en la provocación. El tono frío y cortante de la señora era suficiente.

—Solo soy esclavo de mis votos —replicó, con una falsa modestia que parecía una máscara.

Ella lo miró fijamente, sin ganas de continuar con aquel juego. Caminó hacia un pequeño cofre, rozándolo apenas con la punta de sus dedos.

—Usted sabe algo… y me lo dirá —sentenció, con la firmeza de quien no admite evasivas.

El arzobispo sonrió, aquella sonrisa llena de doble filo, y respondió con suavidad amenazante:

—Las donaciones son siempre bienvenidas, sabe bien que son para las obras del Altísimo.

—Entonces… —exigió ella.

Con una lentitud calculada, el arzobispo sacó un puñado de monedas de oro del cofre y las fue depositando en sus alforjas.

—Será llevado ante el Santo Tribunal —declaró con solemnidad.

—Necesito saber de mi hijo —insistió la señora Jung, su voz quebrada por la ansiedad.

El arzobispo se dirigió a la puerta, sin mirar atrás.

—Sobre el noble señorito Yunho, no tengo información —dijo sin vacilar—. Nuestro verdadero objetivo era el sacerdote blasfemo… y ha sido cazado.

Las empleadas, ocultas tras las cortinas, murmuraban entre dientes, con el miedo y la indignación pintados en sus rostros.

—Cazado, como si fuera un animalito… Ese arzobispo es un demonio —susurró una, quejumbrosa.

En el pueblo, la indignación no tardó en estallar.

Las mujeres, guardianas de la moral y las buenas costumbres, se agolpaban en las escalinatas de la iglesia, alzando sus voces como un coro de reproche y furia.

—¡Queremos juicio! —clamaban, con el ardor de quienes creen en la justicia divina—. Queremos un castigo ejemplar para ese sacerdote pecador.

Amenazaron con viajar hasta la Santa Sede, exigir audiencia con el mismo Santo Padre, y demandar la cabeza del hereje.

Changmin entró a una cantina de madera vieja, buscando refugio entre sombras y murmullos. En un rincón apartado pidió una botella de vino y algo de comer.

La mesera, con una sonrisa burlona, se acercó.

—Esto no es un hotel cinco estrellas, guapo —le advirtió.

Changmin alzó una ceja, serio.

—Necesito comer —respondió con firmeza.

Ella sonrió, ladeando la cabeza.

—Veré qué puedo hacer.

Él tocó suavemente su brazo.

—Y también un lugar donde dormir.

Ella volvió a sonreír, esta vez con un brillo picarón en los ojos.

—Dormir solo, ¿eh? Puedo ser una buena compañía...

Changmin esbozó una sonrisa ladeada, cómplice.

—No lo dudo, pero esta vez, solo quiero descansar.

El vaivén de la carreta y el constante ruido de las ruedas al pasar sobre piedras despertaron a Yunho, aún con un vendaje que cubría parte de su cabeza.

—¿Ya amaneció? —preguntó, la voz débil.

—Faltan algunas horas —respondió Junsu, con tono suave—. Descansa.

Yoochun tiró de las riendas, mirando de reojo la carreta.

—Se quedó dormido —comentó Junsu.

—¿Crees que Changmin...? —inquirió Yunho con un suspiro.

Yoochun exhaló con fuerza.

—Nos lleva ventaja. Seguro lo encontrará.

Junsu dirigió la mirada hacia el interior de la carreta, donde Yunho dormía profundo.

El capitán Geun observaba a Jaejoong, dormido y vulnerable.

Negó con la cabeza, con un dejo de tristeza.

No parecía un delincuente, pero acaso poseía un poder capaz de hechizar a los hombres...

La carreta avanzaba lentamente por caminos traicioneros, bajo una noche fría y sombría. Más adelante, alcanzaron a una caravana de gitanos que danzaban alrededor de una fogata, sus figuras esbozando sombras danzantes bajo el fuego.

En la mansión, la señora Jung ordenaba con impaciencia que prepararan su equipaje, mientras su mente giraba frenéticamente, buscando noticias de su hijo perdido.

Al caer la noche, Yoochun rozaba las cuerdas de una vieja guitarra, mientras las gitanas giraban al son de sus danzas alrededor del fuego. Junsu se integró al baile, sonriendo, y Yunho contemplaba la escena con una sonrisa débil.

Una gitana mayor se sentó a su lado, sus ojos profundos como el misterio mismo.

—Sonríes, pero tus ojos están tristes —susurró, tomando la mano de Yunho entre las suyas—. Las líneas de tus manos me han revelado tus secretos. Amas a alguien intensamente. Un amor de otros tiempos, un amor de hoy... un amor del futuro. Un amor predestinado —señaló el cielo estrellado.

—Ese amor... —musitó Yunho.

La gitana palmoteó su mano.

—Ese amor te pertenece, como tú le perteneces a él.

El sueño vino pronto, y los párpados de Yunho se cerraron pesadamente.

Aquella noche, como tantas otras, Jaejoong apareció en sus sueños, pero esta vez fue un sueño vivo, tan real que podía rozar su piel.

Vio al sacerdote caminar junto a la ribera del río, sus pies ágiles y delicados, el camisón blanco cayendo como una suave cascada.

Como si un ángel se desprendiera de sus alas.

Sentía su piel, suave y tersa, estremeciéndose bajo su tacto.

Sentía la necesidad, el deseo de poseerlo.

Lo tomó, lo apretó con urgencia.

Sus gritos de placer se ahogaban en gemidos suaves, contenidos, un secreto entre ellos.

Yunho despertó sobresaltado, el sudor bañando su cuerpo.

El amanecer comenzaba a teñir el horizonte.


Mientras tanto, Jaejoong despertó abruptamente, sofocado por un sueño que aún le palpitaba en el pecho. La luz tenue del amanecer entraba a raudales por la ventanilla del carruaje, cegándolo por un instante. Al abrir los ojos, no pudo evitar notar la mirada fija y penetrante del capitán Geun, que lo observaba sin decir palabra. El aire se volvió denso, incómodo, como si en aquel silencio se ocultara un juicio sin palabras.

Un oficial se inclinó para susurrarle algo al oído al capitán. Geun volvió a clavar su mirada en Jaejoong, y con un gesto firme le anunció:

—Estamos llegando.

Jaejoong volvió a mirar por la ventana, observando el paisaje que se deslizaba lento y gris.

—¿A dónde vamos? —preguntó, con la voz cargada de incertidumbre.

Geun se acercó, sus palabras bajas pero claras.

—Unos cuantos pueblos más al sur. El tren, ese gran prodigio del modernismo, nos espera. A partir de ahora, el viaje será más rápido… y menos incierto.

Poco después, el capitán tomó del brazo a Jaejoong y lo escoltó con paso seguro entre los pasajeros que protestaban. Habían sido desalojados sin más explicaciones de uno de los vagones —el que estaba reservado para la Santa Sede— y dos soldados firmes vigilaban la entrada, custodiando con el celo de quienes defienden un secreto.

En otro rincón, Changmin llegaba al pueblo, atraído por la euforia que envolvía a sus habitantes. La plaza mayor rebosaba de vida y risas, luces y colores que contrastaban con la tormenta reciente. Pronto entendió que se trataba de una festividad local: la llegada del primer tren a vapor.

Con pasos decididos se encaminó a la estación, apenas a unos metros. Allí, entre soldados que portaban orgullosos el estandarte de la Santa Sede, lo comprendió: su amado estaba en ese tren.

No quedaban boletos. Intentó comprar uno, ofreciendo más dinero, pero nadie quería quedarse afuera de aquel histórico primer viaje. Algunos habían esperado toda la noche, otros se entregaron al vino y la fatiga, quedándose dormidos en los bancos.

Aprovechando la oportunidad, Changmin “tomó prestado” el boleto que le permitiría seguir adelante.

El tren permaneció detenido durante horas, mientras la impaciencia crecía.

Yunho, Yoochun y Junsu dejaron atrás la caravana de gitanos y la carreta, cabalgando ahora por el campo abierto. Al llegar a donde los rieles cruzaban su camino, se detuvieron.

El sonido inconfundible del tren que comenzaba a moverse llegó hasta ellos, primero lento, luego acelerando hasta convertirse en un rugido que cortaba el aire frío.

Jaejoong, en el vagón, miraba por la ventanilla. El viento acariciaba su cabello rebelde. Geun, a su lado, lo observaba con una mezcla de cautela y respeto.

Yunho y sus compañeros, a cierta distancia, vieron el tren pasar envuelto en una cortina de humo. Junsu, preocupado, le preguntó a Yunho:

—¿Qué sucede? ¿Te duele la cabeza?

—No... no es eso —respondió Yunho, con voz apagada—. Es… olvídalo.

Siguieron su camino sin detenerse, cabalgando hasta llegar al próximo pueblo, dos horas después.

A pesar de las objeciones de Yunho, aceptaron quedarse allí esa noche, en un hostal con camas blandas que ofrecían al menos un respiro para sus cuerpos agotados.

Al amanecer, se levantaron temprano para partir hacia la siguiente estación.

Mientras tanto, Ryung recorría la mansión con pasos lentos y seguros. Las empleadas la miraban con desdén y miedo; sus muecas decían más que sus palabras. ¿Qué hacía aquella persona tan indeseada en ausencia de la señora Jung?

Se sentó en el sillón favorito de la señora, sonriendo con una satisfacción silenciosa.

—Este podría ser un buen lugar —musitó para sí.

—¿Lugar para qué? —preguntó una sirvienta, desconfiada.

Ryung rió con un brillo travieso en los ojos.

—Ya lo puedo imaginar —respondió—. Mi nombre será conocido en toda la comarca. Hombres adinerados vendrán a solicitar mis favores.

Una empleada mayor se persignó, aterrada.

—No estará pensando en convertir la mansión en un burdel, ¿verdad? La señora no lo permitirá.

Ryung rió de nuevo, se levantó y se alejó, volviendo una última vez la vista hacia la casa, su silueta recortada contra el crepúsculo.

En la Santa Sede, el joven sacerdote Yuu observaba la llegada de la tropa. Aunque era alto, se alzó en puntas de pie para intentar ver mejor al capitán Geun. Mientras tanto, el cardenal recibía las noticias con rostro impasible.

Yuu apuró el paso hacia la oficina del cardenal, ordenando archivos con manos nerviosas. Su tío lo observó con mirada inquisitiva.

—Parece que tu mente está lejos de estas cuatro paredes —dijo—. No apartas los ojos de aquella ventana desde hace rato.

Yuu sonrió tímidamente.

—Solo pienso en cómo ser mejor persona.

—Estamos llamados a la santidad —replicó el cardenal—. Debemos orar.

El cardenal salió apresuradamente, dejando a Yuu solo con sus inquietudes. Miró otra vez hacia la ventana, la figura del capitán Geun le inquietaba más de lo que quería admitir.

Con sigilo, se aseguró de que nadie lo viera y comenzó a hurgar entre archivos y gavetas, buscando respuestas en los secretos de la Santa Sede.

Mientras tanto, el capitán Geun, desplazado en sus deberes respecto al prisionero, no hacía preguntas ni osaba cuestionar las órdenes de sus superiores.

La señora Jung había viajado a la ciudad. Desde allí, pensaba, sería más fácil abordar uno de los trenes que partían diariamente hacia el sur.

Sorprendida por la modernidad reinante, observaba con cierto recelo los primeros vehículos que circulaban por las calles. Solo las familias pudientes podían permitirse tales lujos.

Respiró hondo, sintiendo una punzada de arrepentimiento. Quizás debió migrar hace años, en lugar de esperar en ese pueblo remoto.

—Encontraré a mi hijo —se prometió—. Cuando eso ocurra, nos mudaremos a la ciudad. Lo casaré con alguna noble de alcurnia —esbozó una sonrisa fría y determinada.

Había enviado a un hombre fiel en busca de su hijo, y aunque las noticias que recibió no eran del todo tranquilizadoras, le daban esperanza: su hijo estaba vivo y sabía hacia dónde se dirigía.


La tarde en la Santa Sede avanzaba con su ritual implacable. En la solemne penumbra de una oficina decorada con tapices y libros antiguos, el Cardenal permanecía absorto en conversación. Sus palabras se entretejían en el latín más puro, esa lengua sagrada y eterna que resonaba como eco en aquellas paredes milenarias. Frente a él, el Arzobispo, recién llegado, fue recibido con un saludo inusitado: un beso en los labios, prolongado, casi un pacto silencioso, que terminó en un gemido contenido, cargado de significados ocultos.

—Recuerdo cuando venías a mi... —musitó el Cardenal con voz grave, una mezcla de nostalgia y poder.

—Oh, "Maestre" —respondió el Arzobispo con una sonrisa que oscilaba entre la reverencia y la ironía.

En la bulliciosa plaza de San Pedro, donde peregrinos de todos los rincones del mundo se amontonaban en un mar de fervor y esperanza, tres figuras se confundían con la multitud. Dos hombres con sotanas negras y una figura femenina, de porte discreto pero decidido, avanzaban con paso sigiloso por una calle lateral.

Yunho y Yoochun, vestidos con sotanas, transitaban con cautela, mientras Junsu, resignado y algo incómodo, caminaba vestido con hábito femenino.

—Son muchos guardias, y visten extraño... —murmuró Junsu, con la cabeza gacha.

—Son los guardias suizos, querido hermano en la fe —respondió Yoochun, con una sonrisa que intentaba infundir calma.

Una mujer mayor, encorvada por los años, se acercó y pidió la bendición de Yoochun. Él, con solemnidad, le impuso las manos y la bendijo, esbozando una sonrisa cálida que contrastaba con la tensión que los envolvía.

Avanzaron por los vastos corredores de la Santa Sede, donde retratos de antiguos príncipes de la Iglesia vigilaban sus pasos con ojos inmortales. Admiraron en silencio las esculturas de Miguel Ángel y los frescos de la Capilla Sixtina, envueltos en el aura de misterios y secretos milenarios. A ratos se detenían, como para orar o quizá para fingir devoción, mientras continuaban su búsqueda. Por el momento, su presencia pasaba desapercibida entre la oleada de sacerdotes y seminaristas llegados de otros pueblos.

Pero la suerte no estaba de su lado.

—¡Ellos fueron quienes robaron nuestros ropajes! —gritó una voz acusadora.

En breve, fueron arrestados.

—Me sorprende, señorito Yunho —musitó el Arzobispo con voz venenosa—. Desafiando el poder de Dios ha llegado a este santo lugar con intenciones blasfemas.

—De todos los pederastas, tenía que ser precisamente usted —replicó Yunho con acritud.

El Arzobispo sonrió con ironía, levantando una mano en un gesto amenazante.

—Es Dios quien guía mis pasos. En cambio, a ustedes —dijo con desprecio—, el fuego eterno caerá como rayos.

—¿No se cansa de hablar tanta basura? —exclamó Yoochun, con el rostro endurecido.

—¿Dónde está Jaejoong? —exigió Yunho, sus dientes apretados en una mueca de furia contenida.

El Arzobispo se acercó, desafiando la determinación de Yunho.

—Le daré el trato que merece —amenazó.

—Asqueroso, ¡asqueroso! —escupió Yunho.

Con un gesto de desdén, el Arzobispo ordenó:

—¡Sáquenlos de mi presencia!

Yuu tuvo que pegar la espalda a la fría muralla para permitir que los guardias arremetieran contra los tres hombres, que resistían con desesperación el arresto.

Mientras Yunho se aferraba a los barrotes, gritando para que los soltaran, Junsu miró a Yoochun con desesperanza.

—¿Y ahora qué?

Yoochun se encogió de hombros, para luego unirse a Yunho en un clamor que resonó por los pasillos:

—¡Déjennos salir!

Lejos de allí, en un pequeño y apacible parque, alejado de los murmullos fervorosos y las tensiones de la Santa Sede, Yuu acostumbraba pasear para buscar refugio entre las páginas de libros que, no siempre, eran de carácter sagrado.

Un joven hombre apareció y se sentó a su lado, esbozando una sonrisa cómplice.

—Novelas románticas... hay costumbres que nunca cambian —musitó con una sonrisa irónica.

—Oficial Shim, tiempo sin verte —respondió Yuu, con una chispa de alegría.

—Padre Shirota, tiempo que no me ve —replicó Shim con una risa ligera.

Max Changmin y Shirota Yuu habían compartido mucho más que años en un internado de la escuela militar; habían compartido sueños, desencuentros y un destino que ahora se entrelazaba de formas inesperadas. Yuu, tras una visita de su tío el Cardenal, había decidido entrar al seminario, mientras que Changmin nunca aceptó esa llamada espiritual repentina.

Más tarde, la conversación se tornó urgente.

—Necesito que me ayudes —dijo Changmin con voz firme—. Ya te he explicado por qué he venido, y aún no dices nada. No hay tiempo.

Yuu lo miró, con la luz de la comprensión encendiéndose en sus ojos.

—Entonces el padre Jaejoong es la persona de quien tanto me hablabas. Es increíble tanta coincidencia, pero el Cardenal dice que el demonio está en él, que seduce a los hombres con artes malignas...

Changmin rodó los ojos, molesto.

—¿Vas a creer esas sandeces? Ese Arzobispo y toda su curia son los únicos pervertidos. ¿Me escuchas, Yuu?

Yuu sacó de entre sus ropajes un documento robado de la biblioteca, titulado “Las fiestas del amor”, donde se detallaban prácticas de los sacerdotes de más alta jerarquía. Según se decía, el papa anterior había permitido esos eventos —siendo él mismo un ferviente participante—, pero con su muerte, el nuevo pontífice había decidido erradicarlos, o al menos eso creía.

—¿Necesitas más pruebas? —inquirió Changmin.

Yuu negó con la cabeza, sin poder pronunciar palabra.

—La fe se pierde constantemente —susurró, con un dejo de tristeza.

—Hace tiempo tenía sospechas —continuó—, cada vez más fuertes, pero me negaba a creer la verdad. Qué día tan extraño el de hoy... hace un rato arrestaron a tres hombres jóvenes. Al parecer buscan lo mismo que tú.

—¿Puedes describirlos? —preguntó Changmin.

Poco después, Changmin y Yuu se dirigieron a una comisaría cercana a la Santa Sede, donde el capitán Geun estaba de guardia.

El corazón de Yuu latía con fuerza en el pecho; el capitán Geun era un hombre gallardo, y su sola presencia imponía respeto. Cuando Yuu, entre balbuceos nerviosos, le pidió ayuda, Geun frunció el ceño, confundido por el tono y las palabras del joven sacerdote.

Changmin intervino con autoridad:

—Usted trajo en calidad de prisionero a un sacerdote desde un pueblo remoto, y también tiene en custodia a tres hombres. Soy el oficial Shim Max Changmin y soy responsable de ellos. Exijo verlos.

Geun no acostumbraba que nadie le cuestionara, pero Changmin no se intimidó.

Tras un intercambio tenso de palabras, Yuu elevó la voz:

—Debe ayudarnos, capitán Suk. Se cometerá una grave injusticia.

—Por favor —rogó—, al menos permita que el oficial Changmin vea a los prisioneros.


Al rato, en un susurro cómplice, Yoochun y Junsu se fundieron en un abrazo con Changmin. Él alzó una ceja, curioso y expectante.

—¿Y Yunho? —preguntó, la voz teñida de ansiedad contenida.

El capitán Geun, con gesto grave, respondió sin vacilar.

—Fue llevado ante la presencia del Cardenal.

Mientras tanto, Yunho era conducido por una calle angosta, envuelto en un silencio ominoso. Al detenerse frente a uno de los múltiples nexos secretos de la Santa Sede, fue entregado a monjes encapuchados. Sus pasos resonaban en un corredor largo y frío, donde el eco parecía multiplicar el latir acelerado de su corazón. Le vendaron los ojos, y el aroma intenso e insoportable del incienso impregnaba el aire, como una neblina densa que lo ahogaba.

Caminó, o más bien fue arrastrado, por más de ochocientos metros hasta llegar a una residencia conocida como el Palacio de los Ángeles, refugio antiguo de papas que huían de peligros. Esta vez, sin embargo, el Cardenal tenía otros designios.

Ingresaron a una gran sala despojada de todo mobiliario, sin pinturas ni adornos. La austeridad era palpable, casi opresiva. Yunho, impaciente, hizo notar su malestar, pero sus quejas fueron reprimidas con empujones sutiles.

Mordió su rabia en silencio.

Le advirtieron que se mantuviera quieto. Le quitaron la venda y desataron sus manos. Frotó las muñecas doloridas, tratando de ordenar sus pensamientos.

Sus capuchas ocultaban sus rostros, sombras sin identidad. Lo dejaron solo.

Entonces, la puerta se abrió.

No podía creer lo que veía.

Allí estaba Jaejoong.

Los dos hombres se lanzaron al encuentro, corriendo hacia los brazos del otro como náufragos que hallan tierra firme en medio del océano.

Se miraron a los ojos con una mezcla de alivio y desesperación. Se abrazaron con una urgencia casi dolorosa y se besaron, ansiosos, con esa hambre que sólo el amor verdadero puede provocar.

Sonrieron, luego volvieron a estrecharse, como si quisieran fundirse en uno solo.

El murmullo constante de un “te amo” escapaba entre sus labios, un rezo de esperanza.

Sus cuerpos se buscaban, la necesidad de tocarse era un grito silenciado por el tiempo y la distancia.

La respiración entrecortada volvió a unir sus labios en un beso intenso, casi prohibido.

Con las frentes juntas, compartiendo el aliento del otro, Yunho sonrió con pesar.

—Te necesito, incluso ahora —confesó con voz ronca.

Jaejoong, besando sus manos con delicadeza, replicó:

—He sentido tanto anhelo de ti.

Yunho gimió suavemente, hundiendo sus labios en un beso apasionado.

—No puedo aceptar que esto sea pecado.

—Ante mis ojos... es amor.

—¿Ya no temes?

—No temo amarte.

Yunho miró alrededor, la desesperación comenzaba a invadirlo.

—Debe haber una salida... Vine a salvarte y mira qué bien lo hago —dijo con amarga ironía—. Estamos prisioneros y no sé cómo ayudarte.

Jaejoong apretó su mano con fuerza.

—Me ayudas estando conmigo, sosteniendo mi mano. Tu mirada me da esperanza, me ayuda saber que me amas. No esperaba ver a nadie más, sólo te esperaba a ti.

Yunho lo envolvió en un abrazo, intentando transmitirle fortaleza.

De repente, la calma se quebró.

Hombres encapuchados portando antorchas irrumpieron en dos filas ominosas.

Dos de ellos agarraron a Yunho por los brazos, inmovilizándolo con mano firme.

Otros dos se llevaron a Jaejoong.

Los gritos y llamadas desesperadas de Yunho fueron ignorados, sus súplicas se ahogaron en la oscuridad.

—¡Jaejoong! ¿Dónde lo llevan? ¡Suéltenme, desgraciados!

—¡Tranquilo! —intentaron calmarlo.

—¿Tranquilo? ¿Qué diablos?

Uno de los hombres levantó su capucha, revelando un rostro severo y conocido.

Mientras tanto, Jaejoong era llevado ante el “Santo Tribunal”. De pie frente a los jueces, monjes vestidos con capuchas negras custodiaban el recinto.

Todos se inclinaron respetuosamente cuando el “Maestre”, ataviado con un imponente atuendo rojo, entró como una figura de autoridad casi divina.

Se presentaron falsos amantes, falsas víctimas que afirmaban haber sido seducidas por el sacerdote, acusándolo de brujería y prácticas inmorales.

Los murmullos de desaprobación y las miradas cargadas de prejuicio inundaron la sala.

Entonces fue el turno del Arzobispo.

En medio de aquella farsa, Jaejoong escuchaba las acusaciones con creciente indignación.

—Se unieron en un rito blasfemo y pecaminoso, una deshonra al nombre de Dios y de los hombres —vociferó el Maestre—. Dos hombres unidos en la carne, fornicando bajo la mirada severa del Altísimo. ¡Que el pecado de este nuestro hermano sea purificado con las llamas de la salvación! Llama que sólo los escogidos poseemos.

El Maestre se levantó, dejando caer su capa escarlata.

Desató los cinturones de su atuendo y se acercó a Jaejoong, acariciándole la quijada con una mano áspera.

Él trató de esquivarlo, pero otros monjes lo sujetaron con fuerza.

El Cardenal, con una mezcla de fascinación y desprecio, observó:

—Qué piel tan blanca, suave al tacto... un ángel caído, tentación de los hombres, pecado de la carne.

Más hombres vestidos de negro entraron al recinto.

El Maestre ordenó que tumbasen a Jaejoong sobre el altar.

El Arzobispo frunció el ceño, claramente irritado, pues esperaba ser él quien “limpiara el cuerpo del sacerdote”.

Los monjes rodearon a Jaejoong, que forcejeaba desesperadamente.

Fue amordazado.

—Una lástima —comentó el Maestre con voz áspera—. Me hubiera gustado escuchar sus quejidos de expiación.

Dos monjes lo sujetaron firmemente de brazos y piernas.

Pero justo cuando el Cardenal se inclinaba sobre él, uno de los monjes dejó caer su capucha, revelando su rostro, y sin mediar palabra, lo golpeó con repetidos puñetazos.

Los demás permanecieron inmóviles, pero al caer las capuchas se reveló su identidad: eran hombres del capitán Geun.

El Arzobispo y sus seguidores intentaron huir, pero no pudieron.

Yoochun bloqueó la vía de escape del Arzobispo, vengando así injusticias pasadas.

Junsu corrió hacia Jaejoong.

—¿Estás bien?

Jaejoong asintió débilmente.

De inmediato buscó a Yunho con la mirada y le suplicó que no permitiera que el Maestre manchara sus manos con esa basura.

Yunho lo dejó caer suavemente y lo abrazó con ternura.

Cuando llevaron a Jaejoong ante el falso “Santo Tribunal”, los hombres del capitán Geun desplazaron a los monjes encapuchados, les arrebataron las túnicas y los dejaron amordazados.

Tomaron su lugar.

Todo fue posible gracias a la insistencia de Changmin y las súplicas de Yuu, además de un documento firmado por el Cardenal, donde se hacía alusión a su apodo, “Maestre”.



La guardia del Santo Padre irrumpió en la estancia con un porte solemne, acompañada por el firme paso del capitán Geun. Al entrar, Geun hizo una reverencia respetuosa ante el secretario personal de Su Santidad, un hombre que había sido testigo silencioso y severo del proceder corrupto y pervertido de aquellos miembros corruptos de la Iglesia.

—Fuiste muy valiente —dijo Geun con voz grave, pero cargada de respeto—.

Yuu sintió cómo un calor inesperado le ascendía por el pecho, la emoción mezclada con humildad.

—¿Usted cree que soy valiente, capitán Suk? —preguntó, entre sorprendida y honrada.

El capitán lo miró con la mirada aguda y serena de quien conoce el valor verdadero.

—Tienes porte de soldado. Me hubiera gustado tenerte en mis filas —confesó.

Yuu sonrió, esa sonrisa que ocultaba miedos y dudas, pero también una inquebrantable determinación.

El secretario, que también ostentaba el rango de Cardenal, dio órdenes precisas y solemnes: que vistieran a Jaejoong con ropajes dignos y que lo condujeran a uno de los salones reservados de la Santa Sede.

Yunho lo observaba con ojos llenos de preocupación, la angustia asomándose en cada gesto.

—No dejaré que te vayas —murmuró, con voz quebrada por el miedo.

Yoochun tocó suavemente su brazo, un gesto que intentaba infundir calma.

—Tranquilo —susurró Junsu—, todo estará bien.

Antes de ese momento, en un rincón apartado, Yunho se sentaba frente al secretario y hombre de confianza del Santo Padre. La tensión en el aire era palpable.

—Entonces, hable con la verdad, señor Jung —exigió el Cardenal, con ojos que buscaban cada atisbo de sinceridad—. ¿Existe una relación que va más allá de la amistad entre dos hombres?

Yunho inhaló profundo, como si quisiera armarse de valor para liberar su alma.

—No voy a negar mis sentimientos por Jaejoong —dijo, carraspeando antes de continuar—, por el padre Jaejoong. Nunca fui un hombre religioso; mi vida fue una constante fiesta, de cama en cama —la voz se quebró ligeramente—. Mi existencia estaba vacía… hasta que él llegó y se apoderó de mí, de todo mi ser. Puede parecer incongruente, pero sólo así pude creer.

El secretario se levantó, con gesto solemne, estrechó la mano de Yunho con firmeza.

—Señor Jung, que Dios guíe su camino —dijo, indicándole la salida con una leve inclinación de cabeza.

Al poco rato, en uno de los jardines interiores de la Santa Sede, Yunho caminaba inquieto de un lado a otro. Yoochun y Junsu lo observaban con preocupación, intentando calmar la tormenta que lo consumía.

Sus miradas se posaron de repente hacia un balcón cercano.

Los ojos de Yunho se agrandaron, llenos de angustia contenida.

Jaejoong descendía lentamente, rodeado de sacerdotes. Vestía una sotana impecable, austera y reverente.

El canto melancólico de un coro resonaba en el aire, como un lamento que atravesaba su alma.

Un grupo de seminaristas pasó cerca, murmurando oraciones.

Jaejoong se inclinó con respeto y besó la mano del Santo Padre. Este hizo un gesto para que se sentara, carraspeando mientras leía un informe detallado que le entregaba su secretario.

—Padre Jaejoong —dijo el pontífice con voz grave—, ¿qué debo entender sobre sus sentimientos hacia ese hombre?

—¿Mis sentimientos? —respondió Jaejoong con serenidad—. ¿Quiere saber si lo amo como hombre? Lo amo con todo mi ser.

El Santo Padre frunció el ceño, una mueca entre desaprobación y resignación.

—No puedo permitir que dos hombres vivan en concubinato, menos siendo usted sacerdote —sentenció—. La pregunta es, padre Jaejoong: ¿dejará los hábitos sacerdotales por amor a un hombre, o renunciará a él? Tenga presente que su decisión le permitirá volver a la Iglesia, o, en caso contrario, será excomulgado.

Jaejoong se levantó con la dignidad de quien ha tomado su destino en sus manos.

—Tomé mi decisión hace mucho tiempo, Santidad.

El Santo Padre esbozó una sonrisa enigmática.

—Los caminos de Dios son infinitos.

Después de la angustiosa espera, Yunho vio a Jaejoong aparecer. Sonrió aliviado.

Vestía de manera sencilla, como cualquier hombre común, despojado ya de las ataduras y sombras que habían marcado su encierro.

Con voz tenue, pero llena de esperanza, dijo:

—Quiero una casa… una casa que podamos llamar hogar, donde construir nuevos recuerdos.


El Cardenal, el arzobispo y todos aquellos que conformaban la oscura “logia” fueron finalmente arrestados, juzgados y condenados. Los llevaron a una prisión lúgubre, aislada de todo y de todos, un lugar que se convirtió en su eterno sepulcro. Allí, en la soledad y la penumbra, esperaron el último suspiro de sus días, enterrados vivos por sus propios pecados.

Las damas de la moral y las buenas costumbres, que tantas veces clamaron justicia, tuvieron que morderse la lengua. No hubo juicio ni verdugo a quien entregarse. Con el paso del tiempo, se convirtieron en sombras de sí mismas: ancianas amargadas que pasaban sus días entre susurros de rencor y miradas vacías.

En contraste, Ryung transformó el antiguo burdel en el lugar más lujoso y codiciado de encuentro. Sus salones brillaban con el resplandor de candelabros de cristal y las risas de bellas mujeres que entregaban sus favores a los hombres más adinerados, quienes pagaban fortunas por la promesa de una noche inolvidable.

El capitán Suk fue condecorado por sus numerosas batallas victoriosas, su nombre se convirtió en leyenda entre sus tropas. A su lado, el joven oficial Yuu Shirota, quien abandonó el sacerdocio para convertirse en su mano derecha... y algo más.

Un día, Jaejoong recibió una carta que su padre había escrito antes de morir, movido por un arrepentimiento tardío y un amor difícil, envuelto en el desamor y el orgullo.

—Me dijo que te la entregara cuando fuera el momento adecuado —comentó Changmin con suavidad—. Creo que este es ese momento.

Era el momento de despedirse.

—No te vayas, quédate con nosotros —rogó Jaejoong, con la voz quebrada por la súbita pérdida.

Changmin sonrió, una sonrisa melancólica y cálida a la vez.

—No creas que te librarás tan fácilmente de mí, señorito Jaejoong —dijo, con un brillo travieso en la mirada—. Me tendrás pegado a tus suelas. Te veré pronto.

Besó su mejilla con un gesto lleno de ternura, luego estrechó la mano de Yunho.

—Si no estuviera seguro de que eres lo mejor para él, no me retiraría tan fácilmente.

Yunho esbozó una mueca, que pronto se tornó en sonrisa.

—Gracias por todo. Desde ahora, yo lo protegeré.

—No tengo dudas al respecto —respondió Changmin con convicción.

Junsu, ya con los ojos empañados, murmuró:

—Los finales siempre son tan tristes...

Pero Yoochun rodeó los hombros de su sensible novio con sus brazos y dijo:

—Pero es también el comienzo de algo mejor.

Jaejoong abrió la carta, sus ojos recorrieron las palabras que su padre le había dejado: una súplica de perdón por su dureza y su irracional conducta, un legado que incluía todos sus bienes por derecho. En cada línea, le repetía que lo amaba, aunque nunca supo expresarlo de otra forma. Así fue educado, con corazones endurecidos y emociones veladas.

Le pedía que aceptara su herencia, como prueba tangible de su perdón y reconciliación.

En otro lugar, Minho apareció de repente.

—¿A qué has vuelto? —preguntó, alzando las cejas.

—Olvidé preguntarte algo —respondió Changmin.

—¿Qué cosa? —Minho lo miró con curiosidad.

—Regresaré al regimiento. Seguramente tendré que pasar una temporada a la sombra —dijo, aludiendo al castigo de la prisión—. Quiero saber si...

—¡Te esperaré! —lo interrumpió Minho sin dudar.

Changmin sonrió, esa era la respuesta que necesitaba.

—¿Eres feliz? —preguntó alguien, con voz suave.

—Inmensamente —respondió Jaejoong, por primera vez en mucho tiempo durmiendo plácidamente.

Apoyado en el pecho de su amado Yunho, quien lo estrechaba entre sus brazos, ambos cerraron los ojos y se dejaron mecer por el vaivén del tren que los llevaba hacia un nuevo comienzo.

La señora Jung, finalmente resignada, nunca estuvo y nunca estaría de acuerdo con su elección, pero, por más difícil que le fuera aceptar o comprender, decidió dejar que su hijo siguiera la vida que él había elegido junto al excomulgado padre Jaejoong.

Se mudó a la ciudad, donde conoció a un viudo conde millonario y, en poco tiempo, se convirtió en condesa.

Después de algunas semanas…


Jaejoong evocaba con melancolía el refugio de su infancia: una villa donde los prados se extendían como un manto esmeralda y un riachuelo de aguas cristalinas cantaba entre las piedras pulidas por el tiempo. El invierno había quedado atrás, desvaneciéndose lentamente para dar paso a la cálida y prometedora primavera, que despertaba la tierra con sus susurros de renacimiento.

Pronto se unirían a ellos Yoochun y Junsu, quienes tejían su propio idilio bajo la bendición del sol y las estrellas. Minho, fiel a su palabra, esperó a Changmin con paciencia, y aquel amor que comenzó tímido e inseguro se convirtió en un fuego voraz, envolviéndolos a ambos por completo, en una danza imparable de pasión y ternura.

Yunho y Jaejoong recorrían juntos los parajes que parecían salidos de un sueño. Se sentaron uno al lado del otro, sin necesidad de palabras; bastaban sus miradas, profundas y cálidas, para que entendieran a la perfección el lenguaje secreto del corazón.

Quizás la ley de los hombres jamás los comprendería ni les otorgaría absolución alguna, pero había algo mucho más sublime, intangible, etéreo... un amor poderoso, infinito, que trascendía cualquier condena terrenal.

“Todo lo que eres, todo lo que serás, despierta en mí una corriente de amor profunda y serena. Cada suspiro en la noche, cada lágrima derramada, cada beso inocente, cada caricia dulce, es un verso que compone nuestra canción. No temo al mañana, me he desprendido del ayer; aquí y ahora es todo lo que importa, y este ‘aquí’, contigo, es mi único hogar. Cada cosa en este mundo, cada voz que susurra en la oscuridad, cada instante de belleza se refleja en tus ojos, porque todo lo que haces me seduce... todo tú, me seduce.”

Las miradas que antes destilaban pura dulzura pronto se tornaron en llamas de deseo. Jaejoong sintió el calor que emanaba de Yunho invadiendo cada poro de su piel, encendiendo un fuego inextinguible en su ser. Yunho lo rodeó con sus brazos y, con delicada firmeza, lo tumbó sobre el fresco lecho de la pradera, donde el verde suave se entrelazaba con juncos en flor y el aire se impregnaba de su fragancia.

El campanario resonó a lo lejos, un eco de solemnidad en medio de la naturaleza, pero ellos no necesitaban una iglesia. Sus besos eran plegarias; sus gemidos, súplicas que ascendían al cielo como un incienso sagrado.

Allí, en aquel rincón del mundo, bajo la caricia de cerezos que danzaban en el viento con sus pétalos en flor, construyeron su pequeña utopía. Un refugio donde amarse no era pecado, sino la expresión más pura y libre de sus almas entrelazadas.








                                                                         FIN.
Agradezco a todas las lectoras que esperaron hasta el final de esta historia.

lunes, 8 de mayo de 2017

AMARTE ES MI PECADO CAP 13


"Siempre tuve una idea de como debía ser el amor. Pero el amor que siento no está escrito, el amor que siento por ti, solo está fluyendo. Está saliendo por cada poro de mi piel, por cada célula de mi cuerpo...Este amor no entiende de razones, no entiende de distancias. Este amor es auténtico, es real, porque está en nuestra historia y no tiene que parecerse a ninguna, esta vez decidimos ser felices...porque merecíamos un amor así, para estar juntos por mucho tiempo. Este amor es guerra y paz al mismo tiempo y lo único cierto es que te amo más allá del entendimiento, más allá de la cordura. Porque tu estabas en mi, antes de conocerte y sabía que llegarías., eres mi ansiedad y mi calma..."





Es una fría mañana de invierno, sin embargo débiles rayos de sol se cuelan entre las grises nubes...La calma que antecede a la tormenta. Pero nada  de eso importa, ni lluvia ni calor, solo la mirada de su enamorado podía calmar todas sus angustias, él está a su lado,  no es un sueño o producto de la fiebre, puede acariciar su rostro y su boca besar sus labios secos.

Mira con ansiedad la mano que se entrelaza con la suya, sonríe débilmente__Quédate junto a mi, así abrazándome, cuando me tienes así de esta manera siento que puedo vencer al mundo que nos mira con desdén.

__Me quedaré siempre así, abrazándote, cuando te tengo así de esta manera, puedo vencer al mundo que nos mira con desdén.



A lo lejos se escucha el sonido de un hacha cuando traspasa el corazón de la madera.

Minho levanta el cuello de su chaquetilla, su aliento se evapora con el frío...sonríe invitando una taza de café caliente al leñador...tienes frío?  (dice entregándole la taza), Changmin respira hondo y seca el sudor de su frente__es un buen ejercicio, mantiene la mente en blanco y estoy sofocado...de todos modos no me resisto a un buen café. Minho sonríe mientras hace una mueca, mira hacia la casa__estoy orgulloso, me sorprendes cada día más.

No fue gran cosa, dice mirando también hacia la casa.

Minho sonríe__deja la falsa modestia, arruinaste una boda, secuestraste al novio...hiciste a un lado tus propios sentimientos, yo, te admiro.
...
Changmin agarrando el hacha y dando un certero golpe partiendo el leño en dos., La boda estaba arruinada desde antes,  no secuestré al novio, solo le mostré el camino y mis sentimientos están lejos de ser correspondidos, tonta ilusión de un chiquillo.

Minho algo sonrojado__uno no elije de quien enamorarse.
Taemin te tiene en alta consideración...dice dando otro golpe al leño.
Minho sonríe sin gana__lo aprecio mucho.
Changmin__me da gusto por ti.
...
__pero no lo amo.
...


Mientras tanto


La señora pide un té de manzanilla que calme sus nervios, se sienta mientras tamborea el brazo de la silla con sus dedos, murmura irritada.  La empleada deja la bandeja a un lado y se retira.

__¡espera!, no he dicho que puedes retirarte.
__Lo siento señora,  desea algo?

Hace una mueca, deja la taza a un lado, pregunta por Ryung...la empleada, balbucea...

__señora, la señorita se volvió loca.
__dime algo que no sepa, está en su cuarto?

La sirvienta respira hondo__salió temprano, llevaba puesto su vestido de novia.

La señora Jung quedó atónita, ordeno buscarla, no puede permitir que el nombre de su familia siga en boca de todos,  ya bastante tiene con soportar las miradas y sonrisas irónicas de la gente del pueblo.


__¡búsquenla en los establos!, seguro está revolcándose con algún peón.

Más tarde volvió la sirvienta__la señorita no es encuentra en los establos y en ningún lugar de la mansión, tal vez fue al pueblo.

__vestida de novia, perfecto (expresión irónica).



Cuando Jaejoong abrió sus ojos y vio a Yunho a su lado, pensó que era un delirio sonrió débilmente y volvió a dormirse. Sin embargo las horas que estuvo dormido su semblante cambió totalmente, no era una expresión de sufrimiento,  ahora denotaba un sueño reparador.  La calidez de sus manos entrelazadas, y tiernas palabras susurradas al oído fue la mejor medicina.

Minho__que harás ahora...
Changmin hace una mueca__mi único propósito era verlo, estar con él, ahora...supongo que seguir.
Minho__regresarás al ejercito?
Changmin__luego pensaré que hacer con mi vida.
Minho__tanto lo amas?
Changmin no contestó.

En el cuarto

Poco a poco Jaejoong abre los ojos y lentamente va recobrando la lucidez y la claridad, sonríe.

Sonríes y me parece que soy yo quien está delirando., dice Yunho mientras acaricia su mejilla
Jaejoong trata de sentarse en la cama, Yunho acomoda una almohada para luego besar su frente...

__A pesar de las circunstancias que nos rodean, me siento tan feliz.
__lamento ser yo el causante de estas circunstancias., pero estás aquí, y no es delirio.

__quien dijo que amar es fácil?, el amor sin sufrimiento no es amor.
__sin embargo, sería perfecto que lo fuera, porque el dolor se va cuando estás junto a mi.

Yunho se acerca para besar los labios de Jaejoong que están tan pálidos, pero este se sonroja y esquiva el rostro, que sucede amor?, pregunta con evidente angustia...aun sonrojado y esquivando la mirada__hace días que estoy en esta cama, debo verme horrible...

Yunho ríe,  y niega con la cabeza__como si fuera posible
Jaejoong hace un adorable puchero.

__te amo,  realmente te amo, estando contigo todo se vuelve especial...

__todo?

Yunho__como verte sonreír o dormir,  o cuando comes un bocadillo con esa boca que tanto anhelo.
Jaejoong tocando su rostro__eres parte de mis sueños febriles?
Yunho__febriles o apasionados,  eso eres para mi.



Mientras tanto


Los pasos presurosos de un joven sacerdote se escuchan en los largos corredores, pasando de un nivel a otro, hasta llegar a una de las plantas más bajas, se estremece, nunca le ha gustado ese lugar. Hace una reverencia a otros sacerdotes ya mayores,  lleva consigo algunos textos de importancia para el Cardenal,  El secretario personal del prelado anuncia su presencia.

El sacerdote de alta jerarquía continúa degustando un buen licor mirando algún punto lúgubre del patio trasero,  el joven carraspea...

__tío...
El prelado carraspea...
__lo siento, monseñor,  este,  el obispo le envía estos documentos para que los revise...

El Cardenal lo mira, respira hondo,  da una vista previa a los papeles...hace una mueca, nada más que formalidades, dice.  Luego mira al joven sacerdote, que es su sobrino.
El joven guardaba gran respeto y admiración por su tío el Cardenal.

__nunca dejas de sonreír...Yuu?

El joven hace una mueca y pone cara divertida__prefiero gastar energía sonriendo que frunciendo el ceño,  es más productivo, tío, digo Monseñor.
Yuu__Monseñor,  desde algunas semanas que no sale de este lugar, es tan húmedo y frío, vuelva a su oficina.
__el sacrificio es una ofrenda,  y la oración eleva el alma...este lugar me procura la paz que necesito.


El Cardenal mira a Yuu un momento,  su mirada inquieta al joven sacerdote__sucede algo Monseñor?...

__que estarías dispuesto hacer por mi...
...
La pregunta lo confunde...
__no entiendo...

Me amas, eres parte de mi carne y sangre, eres familia, estamos unidos por lazos irrompibles...
Yuu sonríe__es verdad, es mi tío,  hermano de mi madre,  por eso lo respeto y admiro. Daría cualquier cosa por usted si me lo pide,  en la noble voluntad de nuestra fe.

__eres un hombre joven,  atractivo...las tentaciones son muchas y llegan de diferentes maneras...
__oh tío no se preocupe por eso,  ya pasé mi prueba y mi fe es firme.

Cardenal__te has enterado de este caso? (indica un archivo)...el sacerdote fugitivo que se enredó con otro hombre...

Yuu__he escuchado rumores...

__que pensamientos tienes al respecto...

__no soy yo quien pueda juzgar,  se puede amar a Dios de muchas formas...aunque creo que el sacerdote debió ser honesto  y dejar el sacerdocio, para vivir su amor.

_¡pamplinas!,  el hecho es grave...¡son hombres!, la iglesia condena tales conductas, vivir su amor (tono irónico),  nunca llegará aquel día en que personas del mismo sexo pululen libres enseñando su pecado a todos.


Yuu ve como el Cardenal mira hacia el fondo del patio trasero,  una pequeña puerta de metal que ha permanecido sellada por años, cubierta de hiedras, parece inquietarlo.  Alza una ceja y se atreve a murmurar...

__aquellas atrocidades quedaron en el pasado.

El Cardenal hace una mueca, carraspea__no se llega al Altísimo sin dolor.

Mira al muchacho, sonríe__no mal entiendas,  sabes que soy un hombre recto y temeroso de Dios.

Yuu__lo sé y por eso lo respeto.


Cardenal alza una ceja__tienes una charla con los jóvenes seminaristas?...
Yuu entusiasmado__¡si!...(carraspea), si Monseñor,  estoy emocionado.

__entonces ve con ellos...

Dice haciendo un gesto con la mano,  el joven Yuu hace una reverencia y sale...al rato el Cardenal también sale, no a su oficina en uno de los niveles superiores,  él acude a un departamento que se encuentra en las cercanías de la santa sede, un lugar totalmente distinto, agradable y confortable, donde el prelado acostumbra a recibir jóvenes novicios.  No es de extrañar que un sacerdote recién promulgado alcance un puesto superior,  aceptando las retorcidas fantasías del prelado.

Para el joven sacerdote, Yuu,  su tío el Cardenal, es un hombre intachable.



Mientras tanto lejos de la santa sede


Ha dejado de llover, pero el frío se intensifica...

__hay leña suficiente, (dice Yunho mirando la pila de leños cortados),  Changmin hace una mueca, limpia su nariz, y deja el  hacha a un lado...me mantiene tranquilo, contesta secamente. Toma algunos leños que lleva  a la cabaña,  Yunho  le ayuda, caminan en silencio.


__gracias...
...
__lo hice por él...
...
__no tengo dudas, pero gracias de todos modos. Se que es difícil para ti
...
...
Changmin se detiene...

__no sabes nada, no pretendas ser mi amigo, lo que siento por Jaejoong no cambiará...Hice lo que tenía que hacer.




En la mansión...

La señora Jung caminando de un lugar a otro, espera noticias de su hijo y también de Ryung.

__denme alguna noticia de mi hijo...dice mirando a los peones que envió a buscarlo.

__señora, no hemos podido dar con su paradero, además sin tener una pista, no podemos...

__¡pretextos!...salgan, búsquenlo y no regresen hasta que lo encuentren.

__y si él no quiere volver?...
...
...
La señora alza una ceja__ya lo hablamos antes, si es necesario lo obligan, ¡pero! sin dañarlo...y...que nadie se entere, les pagaré bien. Lo llevarán al lugar que precisé antes.
__al sacerdote...
La señora Jung aprieta los dientes,  mi hijo se fue por otro motivo que todos saben...en el caso que ¡remotamente! estuviera ese blasfemo con él...
__lo llevamos a ese lugar?
...
__¡ineptos!...no me importa lo que pase con el sacerdote, ustedes me traen a mi hijo, lo demás no importa.


Los hombres salen con un adelanto en dinero.

El arzobispo llega en ese momento, alza una ceja,  la señora se adelanta...peones,  no saben hacer nada., el invierno arrecia y ellos no saben guardar ni un grano de trigo.

El arzobispo hace una mueca__no parecen peones,  pero que más da...alguna noticia del novio fugitivo? (cierta sonrisa burlona).
La señora le sirve una copa de licor y contesta__nada.

Una sirvienta entra entre risueña, sorprendida y espantada...

__¡señora!...

__por Dios que modales, no grites...serénate  estás entre personas nobles,  ahora respira y habla...

El arzobispo acabando el contenido del licor__habla muchacha, encontraron al señorito?
...
__habla muchacha...

La empleada respira hondo__es la señorita Ryung.







Una mujer bastante vistosa,  se acerca a otra mayor quien luce una peluca, vestido y maquillaje extravagante, mientras cuenta monedas, ganancias de la noche anterior.

__esa mujer sigue en el cuarto, nos quitará a todos los clientes  (comenta haciendo muchas muecas).
La mujer mayor ríe roncamente, producto de años de tabaquismo__es una ninfo-maníaca,  nunca podrá ser de un solo hombre...tiene fuego debajo de sus enaguas...El señorito hizo bien en escapar de ese matrimonio.

__llevaría los cuernos a cuestas...

Ambas ríen.

Otra mira hacia la habitación del segundo nivel__la novia ardiente,  es como la están llamando.

La mujer mayor ríe__pues no me importa como la llamen, novia ninfa, novia zorra, novia mujerzuela, novia ardiente, ve y dile que se largue de lo contrario tendrá que pagar. Esto no es un hotel.
Otra habla...
__la verdad, está atrayendo a más clientes...

La mayor hace una mueca y sonríe,  bien podría aprovechar ciertas fantasías de los hombres con la novia ardiente, es una linda muchacha de alcurnia, tan fina como descarada.

__ve, dile que tengo un negocio que proponer

Al rato, fingiendo dignidad, alzando la mirada__que negocios podría ofrecerme, a mi...yo lo tengo todo, belleza, juventud y dinero...

La cortesana mayor__la juventud y la belleza se van tan rápido como un suspiro,  el dinero nunca está de más, no lo quieres?, pues yo si., además veo que disfrutas de mis instalaciones, satisfaces tus fantasías que no pudiste hacer realidad con el señorito de la mansión.
La muchacha hace una mueca__es cierto, pero no por mi causa, tengo la culpa que sea un impotente?...
Las cortesanas rompen a reír,  el señorito Yunho podía ser muchas cosas, pero jamás impotente.
Ryung alza una ceja y mira el lugar__esto parece un chiquero...
La cortesana mayor__en este chiquero has pasado las últimas horas revolcándote. Hacemos o no el trato.
Ryung vuelve a mirar el lugar__está loca, si quisiera ser una cortesana, sería como esas de París, sofisticada, elegantes...
__sofisticada o elegantes, de todos modos no dejan de ser zorras elegantes.

Las otras ríen.

Después de salir del burdel, se dirigió a la iglesia...escucha murmullos a sus espaldas, ella se arrodilla frente al altar, llora para luego sonreír, mira desafiante al cristo que está en la parte más alta...alza  la mirada e hizo una promesa,  se acostará con quien sea, con cualquiera que pueda darle información del paradero del sacerdote, él es  su objetivo, si él sufre...Yunho sufrirá y esa  será su mejor venganza.

Más tarde

En la mansión...Algunas mujeres de la moral y buenas costumbres,  llegan con la muchacha, la señora Jung se sorprende, asustada por lo que pudo haber hecho, o dicho...hace pocos minutos le habían informado que la vieron salir del burdel.

__donde la encontraron?...
...
__en la iglesia, de rodillas, es un ángel...no podemos creer que su hijo haya sido tan despiadado.
...
__agradezco que la trajeran, pero podemos obviar los comentarios mal intencionados...
__cual comentario mal intencionado?, todo el pueblo fue testigo de lo que sucedió

Ryung las mira y comienza a reír, las indica__no saben nada,  ¡nada!...

__pobre niña, perdió el juicio.
__es otro pecado que tendrá que responder el señorito ante el Altísimo...
...
__esto es obra del sacerdote infernal.


Una empleada ayuda a Ryung a subir...luego en el cuarto camina de un lado a otro,  rompe cosas, ¡soy el hazme reír de todo el pueblo!, santurronas frígidas, lenguas viperinas...tanto o más zorras y se hacen llamar damas, no necesito lastima,  ¡quiero venganza!...venganza., las que me miran con lástima deberán mirarse a ellas misma, ya que sus esposos me desean. En cuanto a (respira profundamente),  haré lo que sea para verlos arrodillados ante mi y cuando eso suceda los aplastaré como una serpiente...¡que me ves, sal de aquí!...

La sirvienta cierra la puerta de golpe,  ya que por poco le llega un jarrón que se estrelló contra la pared,  respira hondo__ de verdad está loca.



Minho toma la temperatura de Jaejoong, toca su frente y luego las pulsaciones de su muñeca, sonríe, nadie diría que estuviste enfermo...Jaejoong también sonríe__gracias por hacer tanto por mi, aun sin conocerme...
Minho__la labor de un médico es como la de un sacerdote,  los médicos sanamos el cuerpo y ustedes las almas...
...
...
Momento de incómodo silencio, hasta que Jaejoong murmura__no soy el mejor ejemplo...
Minho se da cuenta de sus palabras__lo siento no quise decir, lo que dije...
...
Jaejoong sonríe con algo de incomodidad.

Mino respira hondo y trata de sonreír__ahora iré al pueblo, le diré a Yunho que te traiga un té...
__gracias...

Donghae luego de ver salir a Minho entra al cuarto...

__yo no soy quien para juzgar, pero puedo opinar, deja a Changmin...le haces daño, solo una sonrisa tuya y cree tener esperanzas...Minho lo ama.
Jaejoong solo escucha...
Donghae__no se que relación tuvieron, ni hasta donde llegaron, siempre serás la victima y el tu salvador, creo que sería mejor que...
__me iré pronto
__eso sería lo correcto. Conozco a Minho hace tiempo, no es justo que sufra, te cuidó por días.
Jaejoong__lo sé y estoy agradecido.
Donghae hace una mueca__tu agradecimiento no soluciona nada...
...
Jaejoong frunce el ceño__no soy dueño de los sentimientos ni la voluntad de Changmin...
Donghae__tu tienes a Yunho, deja de ser falso.



En ese momento entra Yunho, alza una ceja...se da cuenta que el ambiente está tenso, toma del brazo a Donghae y lo saca del cuarto, allí le recrimina.

Luego

Eunhyuk rueda los ojos__no puedo creer que hayas sido tan insensato...
Donghae__Minho es mi amigo.
__mio también, pero fuiste un inepto., me decepcionas. Irás y le pedirás disculpas a Jaejoong.
...


Yunho le da de comer a Jaejoong,  delicadamente lleva una cuchara de sopa hacia su boca, este sonríe, ya no quiero más,  debes alimentarte para que recobres fuerzas,  Jaejoong sonríe...Yunho alza una ceja__acaso me escuché como un papá alimentando a su hijo?.
...
...
Jaejoong deja de sonreír para dar paso a un suspiro__alguna vez soñaste con ser padre, tener hijos?
...
Yunho deja el plato a un lado,  se acomoda al lado de Jaejoong para poder pasar su brazo sobre los hombros, hace que lo mire y escuche.

__nada en el mundo se compara estar contigo, entiendes?,  mi mundo, mi vida eres tu,  si no estás en mi mundo y en mi vida,  yo no soy nada.

Jaejoong se acurruca en el calor del pecho de Yunho__quisiera estar en nuestra cabaña.
...
...

Yunho respira hondo y sonríe con algo de nerviosismo...

__te dije aquella vez que construiríamos nuevos recuerdos...
Jaejoong se acurruca más contra el pecho de Yunho__tengo los mejores recuerdos...
Yunho sonríe__cree en mi, encontraremos un lugar al que podamos llamar hogar.




Minho se queda en silencio, mientras Donghae baja la mirada...luego palmotea su hombro__no te preocupes, él entenderá, además los amigos hacen estas cosas estúpidas a veces (sonríe)...de todos modos le debes una disculpa a Jaejoong.  Donghae respira hondo__lo sé., le pediré disculpas solo por ti, no por él ni por Eunhyuk, me regañó (puchero).  Minho ríe.




Aun me parece un sueño, estás aquí conmigo, abrazándome...si es un sueño no quiero despertar, Yunho sonríe, acaricia su quijada para elevarla un poco y poder besarle__es real.

Changmin tira algunos leños a la chimenea, mira hacia la puerta de la habitación,  esquiva la mirada cuando Yunho sale, Jaejoong quiere verte.

La señora Jung cubre sus hombros con un chal, camina por su cuarto, corre la cortina de la ventana, hace una mueca cuando ve salir a Ryung, ya es cerca de la media noche, respira con resignación, por ahora no tomará cartas en el asunto. Su hijo se libró de casarse con una mujerzuela,  pero hubiera querido que otras fueran las circunstancias. Ahora todo es tan impredecible.


Jaejoong está sentado en la cama, palmotea su lado para que Changmin se siente, sonríen...hubo un momento de silencio.
...

Changmin__siempre te agradó más esta época del año, decías que el calor no te gustaba, sigues pensando igual?.
Jaejoong sonríe__así es, me conoces bien.
Changmin__es porque siempre estuve atento a todo lo que te gusta, adoraba sentirme importante para ti.
Jaejoong__eres importante, lo sabes, siempre has estado para mi...
Changmin hace una mueca__lo que no es suficiente, verdad?...
Jaejoong baja la mirada__te amo,  lo sabes...pero es un amor distinto, un amor de niños, de amigos, compañeros de juegos y fantasías, siempre estarás en mi corazón, aunque ame a Yunho, tu siempre serás mi Changmin.
Changmin toma sus manos__rompes mi corazón una vez más (sonrisa melancólica).
Jaejoong llora...
__no llores por favor,no fue mi intención...
Jaejoong lo abraza__lo siento tanto, tal vez...
Changmin__tal vez., (lo mira) escúchame bien Kim Jaejoong, promete que serás feliz
__como ser feliz, si tu no lo eres...
Changmin sonríe__lo serás y yo también.
Yunho carraspea...
__es mi turno  (sonríe haciendo una mueca)...
Changmin mira a Yunho__te haré una advertencia,  hazlo feliz de lo contrario te la veraz conmigo.
Yunho__no tienes que decirlo...(extiende su mano)...
Changmin respira hondo, hace una mueca y estrecha su mano con la de Yunho
__no quiere decir que ya seamos amigos
__lo sé.

Mientras tanto...

Muy temprano esa mañana Junsu había empacado algunas cosas para llevarlas a Yoochun a la prisión, no alcanzó a salir cuando este llegó y lo abrazó...Junsu estaba sorprendido, feliz pero sorprendido, Yoochun le dice que el oficial Juno lo dejó en libertad por haber sido apresado sin prueba de nada.  Acordaron irse juntos del pueblo, tal vez encontrarían a Yunho y a Jaejoong.  El arzobispo alza una ceja cuando se enteró que Yoochun había salido de prisión, quiso reclamar pero vio que no era conveniente mostrar tanto interés, se mantuvo cauto, luego esa misma noche cuando ya no queda ningún feligrés...Junsu guarda los cirios del altar, camina hacia la sacristía pensó que estaba solo, pero el arzobispo lo esperaba. Junsu hace una leve reverencia, para decir buenas noches y retirarse,  pero el prelado tenía otras intenciones...intenciones que solo se quedaron en eso,  Yoochun también está allí, el arzobispo balbucea,  Yoochun no lo deja hablar más bien lo agarra del brazo y azota contra la pared,  Junsu no sabe que hacer o decir,  el arzobispo amenaza, amenazas que Yoochun no escucha, alza una ceja...

__se bien cuales son tus sucias intenciones, te haces llamar hombre de Dios y no eres más que un vulgar mentiroso, alzas la mano para condenar a los inocentes, te complace el poder y la lujuria, no eres merecedor de la sotana que cubre tu pobreza.

__¡acaso él si hace honor a sus investiduras!?...
__¡no te compares con él!...
__¡todo el pueblo sabrá de esta ofensa!...
__pues bien,  reunamos al pueblo...(desafiante).
__me creerán a mi, no a un hombre con un pasado tan libertino...
__veamos entonces, reunamos al pueblo mañana al medio día, para que todos escuchen lo que tenemos que decir.
...
...
Yoochun mira a Junsu__vamos, no quiero que estés ni un minuto más en este lugar.
(se alejan)
Junsu__que va a pasar,  el pueblo le creerá a él,  (habla con angustia)
No te preocupes, ese no es más que un cobarde, sabe bien que no le conviene hablar. (lo tranquiliza).

Yoochun lo toma de los hombros__partiremos al amanecer., estás seguro?
Junsu esboza una sonrisa__estoy seguro.

__Regresaremos algún día?__cuando la mentalidad y el pensamiento retrógrado del pueblo cambie y cuando sus líderes corruptos dejen el poder.
Junsu larga un suspiro., Yoochun sonríe__lo sé.

Ellos saben que para que hayan cambios,  podrían pasar meses, años...décadas completas.



Yuu ordena algunos documentos de su tío el Cardenal, tiene acceso a todas sus cosas de orden episcopal, pero hay una caja que mantiene cerrada bajo siete llaves, cuando niño Yuu quiso abrirla ganándose el reto de su tío, con los años olvidó aquel hecho y también aquella misteriosa caja, hasta ahora que la puerta de un mueble estaba destrabada, cuando la abrió se encontró con ese viejo baúl con exquisitos bordes laboreados.  Si bien admira a su tío, también se da cuenta que es un hombre que guarda muchos secretos, respira hondo, mientras mira su crucifijo,  es fuerte en la fe, no tiene dudas de ella, pero así mismo no puede mirar con ojos esquivos e indiferentes a aquellos que son capaces de amar a otro de su mismo sexo, ha leído al respecto...generalmente tantos abusos, ama la iglesia, pero también está consciente de sus errores. Es un muchacho inquieto deseoso de descubrir la verdad.


En algún lugar oculto, en las cercanías del burdel...en una habitación un grupo de hombres se reúnen en secreto, estos hombres son los enviados por el Cardenal,  el Arzobispo escucha las indicaciones que el sacerdote de mayor rango ha enviado con sus mensajeros, alza una ceja y frunce el ceño, pero debe aceptar de buena manera, sonríe forzadamente asintiendo las ordenes del Cardenal..."El sacerdote debe ser encontrado y traído a mi presencia..."

Luego de de hablar sobre el deseo del Cardenal,  un grupo de cortesanas entra al lugar...para entretener a los viajeros y demostrar la hospitalidad del pueblo...una se acerca al Arzobispo, este hace una mueca__¡soy hombre de Dios!, aléjate...

Ella ríe__no deja de ser hombre, desvergonzada  (se va de ese lugar).

Al rato su monaguillo, aquel que lo acompaña, le dice algo en secreto,  el Arzobispo alza una ceja y sonríe, van juntos a un lugar, pero antes se cubre con una larga capucha para no ser reconocido. En algún punto en las afueras del pueblo, un grupo de hombres son pagados por este., su misión seguir a los hombres del Cardenal y en lo posible encontrar antes al sacerdote para ser llevado a ese lugar (mazmorras) y darle personalmente el santo castigo divino.

Yunho moja algunos paños en agua,  estruja para luego limpiar a Jaejoong, primero un brazo, la mano, su cuello, el pecho...baja hacia el abdomen, nota la respiración entrecortada de Jaejoong, él traga saliva, continúa, con las piernas...Jaejoong muerde su labio tratando de ahogar un gemido,  no pudo ocultar su erección, Yunho alza una ceja, lo mira, se miran...se sienta a su lado, su mano baja lentamente,  atento a todas las reacciones de Jaejoong, su placer es el suyo., no puede pensar con claridad, su cuerpo húmedo es mucha tentación.
Yunho masturbó a Jaejoong  primero despacio, perdido en sus ojos, luego tan rápido como pudo, Jaejoong abrió la boca en un mudo grito, apretando las puntas de las sábanas, su miembro late en la mano de Yunho y su esencia se vino en ella.

Yunho se acostó detrás de Jaejoong, besó su hombro__estás bien?
Jaejoong gira un poco para mirarlo, (está sonrojado)__fue perfecto.

Yunho lo tomó de las caderas y  encajó perfectamente, lo atrajo más y estrechó sus caderas contra las suyas., deslizó sus dedos, Jaejoong gimió., y para la agradable sorpresa de Yunho, Jaejoong  giró y se sentó a horcajadas sobre él...se apoyó de los hombros de Yunho para elevarse un  poco lentamente, para luego bajar, se movieron en un constante movimiento,  que comenzó lento para poco a poco incrementar el ritmo acorde con sus deseos, Yunho lo sujeta de las nalgas y siguió empujando hacia arriba.

En el pueblo,  Donghae trata de pasar inadvertido, pero su chismoso amigo Shindong lo ve, palmotea su espalda con algo de brusquedad, Donghae se queja,  ahhh debilucho deberías comer más, mira que fuerte estoy yo...de donde vienes?, hace días que te noto raro...Eunhyuk no te da lo justo y necesario? (ríe), no es gracioso, dice Donghae con una mueca,  en eso aparece Minho llevaba algo de mercadería,  Shindong alza una ceja, habrá fiesta y no me has invitado?,  ¡ya sé! es para una cena romántica, sabes que Taemin regresará pronto?...Minho se encoje de hombros__lo sé, ahora tengo cosas que hacer...

Shindong__algo me ocultas...
Minho__no empieces con tus fantasías...
Donghae__y porqué él no puede saber?, es nuestro amigo, no?
Minho rueda los ojos__porque entre menos sepan, será mejor...
Shindong__demasiado tarde, ya los escuché, me dirán en que andan...
Minho__no es nada...
Shindong__y por nada están tan tensos?
Donghae__verás, lo que pasa en que en la casa que está a las afueras de la ciudad, nosotros...
Minho__nosotros estamos atendiendo a un enfermo de viruela, es contagioso, así que no te acerques por allá y de esto ni una palabra a nadie, de lo contrario te podrías contagiar por chismoso.
Shindong se quedó mudo., luego comenzó a rascarse__¡rayos creo que ya me contagié!.






Yunho acomoda la almohada para que Jaejoong pueda descansar__ha sido un día muy largo y debes estar cansado,  Jaejoong  bosteza, Yunho sonríe.


Los días pasan y no hay noticias...


La señora Jung se sienta  en un sillón de mimbre,  Ryung sonríe al verla...

__mirando la luna?, no siga esperando, señora...
__guarda silencio desvergonzada.
__teme que la abandone como lo hizo su esposo?..
...
__me alegro que mi hijo te abandonara en el altar, no eres digna de llevar nuestro apellido.

Ryung ríe__cuanto falso orgullo, mientras se queda allí apagándose yo le doy vida a mi cuerpo...

La señora Jung se acerca y abofetea__soy una dama, no vuelvas a pisar mi casa, tu lugar es el burdel.

Ryung alza una ceja y sonríe__se quedará sola, en esta gran mansión, nadie la recordará., ni su hijo lo hace.


Más tarde...

He decidido aceptar su ofrecimiento, dice Ryung mirando todo el lugar...habrá que cambiar la decoración, que tienen de malo mis murales, dice la cortesana mayor,  Ryung ríe__por favor, es una pocilga, sin ofender, pero con mi buen gusto convertiré este burdel como aquellos de la vieja Europa, sofisticado...Niña se necesita dinero,  Ryung ríe...tenemos con que pagar, esos hombres nunca gozarán tanto como ahora.  Algo más?, (pregunta con tono irónico), si, necesito que las cortesanas cambien su estilo, cambiar su estilo?...Ryung alza una ceja__seremos mujerzuelas, pero elegantes.

Niña estás loca,  se mofa la mujer mayor. Pero Ryung está decidida, si el destino quiso que fuera una cortesana, ella ha decidido ser la mejor.

Changmin sentándose frente a una chimenea, respira profundamente y acepta una copa, mira a Minho__lamento incomodarte, mañana buscaré donde quedarme...
Minho se sienta a su lado__está bien que los dejarás solos?, digo,  el padre Jaejoong está bien pero...
Changmin haciendo una mueca__quita eso de padre, además, ellos necesitan algo de privacidad...
Minho lo mira__tu diciendo eso...
Changmin__que más puedo hacer, yo solo estaría sobrando en ese lugar.
Minho__no digas eso, tu eres un hombre extraordinario
Changmin toma el contenido de vaso__si soy tan extraordinario, entonces por qué no me ama...
...
__lo siento, olvido tus sentimientos.
Minho esboza una sonrisa__te parece que brindemos por el estúpido amor no correspondido?, somos dos.
Changmin__brindemos entonces.

Mientras tanto a horas de la madrugada, un carruaje se aleja del pueblo...

__estás bien?__si, pero mi casa y la tienda?__no te preocupes, Juno cuidará bien de ellas__eso me deja más tranquilo (suspira), crees que los encontremos?__eso espero., (sonríe)__por qué sonríes?__se bien donde están, bobo, el oficial Changmin me lo dijo cuando vino por Yunho__ahhhh debiste empezar por el principio, me hubieras evitado mucha incertidumbre__lo siento, como puedo remediar mi error?....Junsu sonríe.

Yunho despierta, por un segundo se angustia, Jaejoong no está a su lado...se levanta y camina lento hacia otro cuarto, la lumbre de la chimenea es débil, luego de colocar algunos leños, se acerca a la puerta, escucha el sonido del chapoteo en el agua,  abre la puerta, sonríe...Jaejoong estaba bañándose en una improvisada tina. No se sorprende al ver a Yunho...sonríe...se levanta, la espuma no dejan ver lo que Yunho desea ver__me acercas la toalla? (indica),  Yunho como si estuviera bajo un hechizo se acerca sin decir nada, son sus ojos quienes hablan en un idioma de miradas llenas de deseo.

__me quieres seducir  (voz entrecortada y ronca)
__no lo estás? (leve puchero)
__estoy seducido desde el momento en que te vi, ahora me estás provocando., Jaejoong sonríe.


Por qué demoraste en venir por mi?, pregunta Jaejoong, mientras se acurruca entre los brazos de Yunho, lo mira,  te has puesto tenso...sucede algo que no sepa?,  son esos hombres?, o sucedió algo con tu madre?...es ella,  Yunho niega con la cabeza, pero Jaejoong alza una ceja__se que algo pasa y me lo dirás ahora.

La mirada de Jaejoong es insistente y segura,  Yunho lo mira, respira hondo...toma sus manos y las besa__sabes que te amo,  verdad?,  Jaejoong asiente,  no debes tener dudas que todos mis actos correctos o incorrectos son motivados por el avasallador ardiente amor que siento por ti,  Jaejoong rueda los ojos__pareces un niño que no quiere confesar sus travesuras,  Jung Yunho, que has hecho...


La cabaña, ahora no es más que cenizas...dice desviando su mirada,  Jaejoong se muestra consternado__quien pudo haber hecho algo así?...
...
Yo, contesta Yunho sin mirarlo,  Jaejoong se quedó en silencio no comprendiendo, Yunho continúa...

Aquella noche cuando no te encontré y al saber que el oficial también se había ido del pueblo yo...
Pensaste que  huí con él?., interrumpe Jaejoong...Yunho asiente,  Jaejoong quita sus manos de las suyas, está molesto., dijiste que confiabas en mi...

Entiende, dice Yunho, todo me hizo pensar erróneamente,  no pude con los celos, ya lo había visto rondar la antigua cabaña, preguntando por lo que no se le perdió, se lo dejé claro, pero el insistía en sacarme de quicio, incluso estuvo en mi casa, (Jaejoong se muestra sorprendido),  Ryung le contó de lo nuestro, se empeñó en atormentarme con sus recuerdos junto a ti,  (leve mueca) también lo recordabas con afecto...ahora me doy cuenta que ese afecto continúa.

Jaejoong rueda los ojos, respira hondo__comprendo,  pero no justifico tanto descontrol, me tomó por sorpresa saber que nuestro refugio en el que íbamos a construir recuerdos sea solo cenizas, pero así y todo puedo entender, será porque te amo (sonríe),  en cuanto a lo demás, no puedes pretender que borre mi pasado ni mis recuerdos, pero no debes sentir celos de ellos...Changmin siempre será parte de mis recuerdos de niñez,  ahora,  tu eres mi presente, mi amor maduro.
Yunho sonríe levemente,  Jaejoong lo mira y alza una ceja__hay algo más, entonces habla ya que empezamos.


Yunho le relató, desde el momento en que fue a la cabaña y no lo encontró...del pedazo de papel que parecía una despedida, le dice que ya había visto a Changmin merodeando en la antigua cabaña cercana al río, por eso supuso que ambos huyeron juntos, era demasiada coincidencia, las cartas que guardaba en el baúl, todo,  hizo que pensara en una traición...Además...

Yunho frunce el ceño__él y Ryung querían separarnos...
Jaejoong__tal vez fue así, pero es claro que Changmin recapacitó, no olvides que él te trajo hacia mi.
Yunho vuelve a fruncir el ceño__lo defiendes...
...
Jaejoong respira hondo__trato de ser justo...
Yunho__entonces se justo conmigo también...
Jaejoong__en que debo ser justo?...

Mis celos y mi decepción nublaron mi mente...dice caminando por la habitación...
__que hiciste...

Aquel día yo...me iba a casar, Changmin evitó que lo hiciera.

...
...
...
__casarte (murmura) con quien...
...
__con Ryung.
...

Jaejoong dime algo, lo que sea, no sigas en silencio, y no esquives mi mirada...
...
__quiero estar solo...
__Jaejoong...
__necesito pensar, puedo?
...
__entonces saldré, yo...estaré allá afuera, y,  Jaejoong...aun me amas?
...
...


Mientras tanto...

En la iglesia,  el Arzobispo alza una ceja al enterarse que su monaguillo favorito ya no está en el pueblo y más aun cuando se entera que Yoochun también se fue. Da órdenes que los sigan, es evidente que ellos se encontrarán con el sacerdote blasfemo y el novio fugitivo (sonríe).


La señora Jung camina por toda la habitación, las empleadas miran hacia el cuarto__no deja de caminar de día o de noche.


Que haces aquí, (mira hacia el cielo) por la formación de la nubes pronto caerá un nubarrón  (dice Changmin),  Yunho hace una mueca,  se queda en silencio...Changmin se sienta a su lado__primera pelea?...Yunho se irrita luego se queda callado nuevamente...Changmin__debe ser difícil para él, no crees?,  tanto tiempo llevando una sotana para de pronto verse sin ella, es como si esa prenda fuera su fuerte, ahora debe sentirse tan desprotegido, ¡yo soy su único fuerte!, Changmin sonríe ante el arrebato de Yunho...Entonces por qué estás aquí mordiendo tus remordimientos?, no sería mejor estar con la persona que amas y prodigarle seguridad? yo haría eso.  Yunho lo agarra de la solapa de la chaqueta, luego lo deja de un empujón...Changmin arregla el cuello de su chaqueta, la sacude__le dijiste lo que sucedió?, digo, de tu gran boda...Yunho lo mira para respirar hondo, al final le contó lo sucedido, y para su sorpresa, se sintió bien, fue como conversar con un buen amigo.

Yunho alza una ceja__dijiste que no serías mi amigo
Changmin camina hacia la casa__lo sigo pensando.


Jaejoong está de pie apoyado al lado de la ventana, a ratos mira hacia afuera, las nubes cubren alguna solitaria estrella, respira hondo, escucha un golpe en la puerta...
__puedo?
Jaejoong esboza una sonrisa
...
Changmin mira por la ventana, sonríe, ese hombre es tan necio, se parece a ti, responde Jaejoong, Changmin hace una mueca__nadie es más necio que yo..Jaejoong sonríe__creo que tienes razón.

Sonríen...

__y nadie te amará como yo...
...
...
Jaejoong deja de sonreír__ya hablamos al respecto
Changmin__no te pongas a la defensiva, aunque no lo creas, yo vengo por él, por ese tonto que está allá afuera...

Jaejoong lo mira y alza una ceja,  Changmin toma sus manos, yo te traje en contra de tu voluntad, prácticamente te secuestré y me has perdonado, admite que los celos te molestan tanto como a él.


No confió en mi, si no fuera por ti, él estaría hoy casado con ella...seguro de luna de miel, que lindo...Changmin ríe, de qué te ríes pregunta Jaejoong claramente molesto,  Changmin lo indica__los celos te hacen ver como un niño., (suspira) quisiera que fuera por mi.

Momento de silencio

Changmin esboza una sonrisa__será una noche muy fría, hay leña suficiente y la despensa está suministrada para algunos días...

Jaejoong__hablas como si te fueras por un largo tiempo...
Changmin__tengo cosas que resolver,  pero ten presente que no te librarás de mi tan fácilmente, Minho vendrá a verte ocasionalmente, puedes confiar en él.
Jaejoong__es un buen muchacho...
Lo sé, dice, mientras toma su mano y da un suave palmoteo, lo sé, vuelve a repetir.


Rato después

Que haces, deberías estar descansando, dice Yunho cuando ve a Jaejoong caminar por la casa, preparé la cena, dice sonriendo...Yunho pestañea,  Jaejoong  se acerca y toca su mejilla__estás tan frío, ve a calentarte en la chimenea, mientras sirvo la sopa...(hace una pausa) no quiero que me congeles cuando te duermas a mi lado.
...
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Yunho.

Lo mira mientras llena dos tazones, se había enamorado de un sacerdote, ahora está descubriendo al verdadero hombre detrás de la sotana...es este el verdadero Jaejoong, un hombre cálido, amable, pero que también puede ser fuerte. No exagera cuando dice que cada día lo ama más.


Mientras tanto gente de otras aldeas se sorprenden al ver pasar a los jinetes, que se detienen buscando información, nadie a visto al tal sacerdote.  Siguen su camino a galope dejando una espesa nube de polvo.

En otro pueblo

Una anciana alza una ceja, ya van muchos jinetes en busca de un sacerdote...dice a unos hombres, tal vez están buscando erróneamente...Un hombre frunce el ceño, luego sonríe__la anciana tiene razón, hemos estado buscando a un hombre de Dios, un hombre con sotana.
__entonces díganos, mujer, ha visto algún extraño en esta aldea?  (le muestra algunas monedas, las cuales la anciana recibe)...
__no he visto nada en particular, pero, hace días muchos jinetes pasaron hacia (indica) el pueblo vecino.

Que hay más allá de ese pueblo, la anciana responde__solo la frontera.

El hombre de rostro agrio, sonríe; si tenemos suerte los encontraremos en aquel pueblo, de lo contrario pensaré que son peces, luego de la frontera se extiende el mar.
La anciana entrecierra los ojos, veo que son hombres importantes, dice al ver un escudo bordado en seda amarilla, lo que demuestra que son los enviados de la santa sede.



Tiene la delicadeza de un pétalo de flor, no necesito escuchar cantar un ángel, la voz de él es más que suficiente para derramar mi alma de dulces melodías, su alma es como la luna llena con un toque melancólico, sus palabras son como el sol de verano y como el tibio otoño, su piel blanca como la nieve se vuelve fuego cuando lo toco.  Escucho su canto cuando lo estoy amando, es delicado pero puede amar con delirio, él tiene mi corazón.



Quiero caminar junto a él...siempre.


Jaejoong sonríe__estás tan callado, en que piensas?
Yunho sonríe__solo en ti
...
Jaejoong lo invita a sentarse y cenar...Yunho mientras lleva una cuchara a su boca, vuelve a mirarlo, Jaejoong está absorto mirando las llamas de la chimenea...

__estás molesto?
__no...
...
__no me has respondido...
Jaejoong lo mira__no estoy molesto.
Yunho__me refiero a la pregunta de antes...
...
...
Jaejoong vuelve a mirar la chimenea
Yunho__aun me amas?

__siempre...

Entonces por qué no siento tu calor?
__será que estás muy lejos de mi?...

Yunho sonríe, luego cuando lo toma de los brazos y acerca más a él, se pone serio__creo que tu fuego me consumirá.
__a ambos.


El fuego de la pasión, es el fuego del infierno.
Ambos lo saben, amarse es un pecado.


Amarnos no puede ser pecado, por qué lo sería?...sentirse como me siento, como nos sentimos es realmente pecado?, pues no lo creo...la esencia del más puro e infinito amor está con nosotros., aquí, ahora.

Jaejoong escucha las palabras de Yunho,  y no puede más que llorar...toda su emoción, todo su amor demostrado en unas saladas lágrimas que su amante se encarga de secar con delicados besos.

Yunho lo toma de los hombros__no creeré en Dios ni en el demonio,  mi única religión, mi fe...eres tu.

Entonces el cielo se oscureció y densas nubes dejaron caer la lluvia con furia...los truenos resuenan como tambores  y los relámpagos azotan la tierra como látigos, es la ira de Dios?...

No...

Es la pasión de Yunho y Jaejoong.


La gente del pueblo cierran puertas y ventanas, se persignan, hace tiempo que no se desataba una tormenta tal en aquel lugar. Otros apuran el paso hacia el bar.

Minho corre, es poca la visibilidad a causa del viento y la lluvia, pero puede ver la alta figura de Changmin, lo toma del brazo__te vas sin despedirte de mi?, se que no soy dueño de tus sentimientos, pero hemos compartido algo más que la cama...
(los caballos del carruaje están alterados por el sonido de los truenos)
...
Changmin quiso decir algo pero Minho se empina y lo besa.

__no digas nada, déjame el sabor de tus labios en los míos.

Es preciso que vuelvas al confort de tu casa, la tormenta arrecia...dice Changmin acariciando sus mojadas mejillas.

__será una noche tormentosa, no vayas, no esta noche.


Yoochun y Junsu por otro lado tuvieron suerte de encontrar una pequeña villa y un hostal donde esperaron que la tormenta amainara.

Los jinetes desmontaron sus caballos para refugiarse en alguna taberna de paso. Mientras beben, sonríen, otros camaradas salieron antes que ellos, seguro en las próximas horas...lo encontrarán, afuera luce una carreta con barrotes, de aquellos que sirven para transportar a delincuentes, la mayoría ladrones, llevados a un juicio, muchas veces injusto.



He escuchado tantas risas, visto tantas sonrisas...pero ninguna como la tuya, haces que lo malo se convierta en bueno, las tristezas en alegrías...el amor lo mezclas con el deseo. Tu sonrisa es perfecta.




En el bar de ese pueblo...un forastero llega y se sienta a un lado de la barra, por su aspecto parece un vagabundo, del cual nadie presta atención., bebe un vaso de agrio vino, carraspea, mira hacia la barra donde tres muchachos piden veneno (le llaman así al vino de mala calidad)...luego de tomar más de algunos sorbos, la lengua se va soltando.

Eunhyuk tuvo que llevarse a Donghae que comenzaba a hablar de más...aggg se queja, tendré que cargarte debajo de esta tormenta.
Shindong alza una ceja y frunce el ceño, se queda bebiendo solo,  el forastero comienza a llamar su atención con débiles silbidos,  que quieres pordiosero, dice empinando su vaso,  el hombre se acerca...le ofrece un trago gratis...es bueno para calentar el cuerpo en una noche tan fría como esta.

Shindong bebe un, dos vasos y comienza a hablar__esos idiotas, que se creen, no saben que yo sé...ríe, no soy chismoso, yo observo, soy muy inteligente...El hombre vuelve a llenar el vaso,  Shindong sigue hablando y hablando, luego mira al forastero__quien eres...

__busco información...

__que dices, información?, de qué...
__busco a un camarada, un viejo amigo...lo has visto?
__que voy a saber yo, quien es tu amigo, viejo loco...
...
__quizás visto algo inusual, algún hombre joven, vistiendo de forma distinta, algún lugar...
...
Shindong hace una mueca__nada inusual, salvo la casa del otro lado del pueblo...estuvo por años sin ser habitada...
__me indicarás el camino?
...
__estaré borracho pero no idiota, no iré por allá, hay un enfermo contagioso, no, no, no...

__no me digas...
__ellos (indica la puerta por donde se fueron sus amigos), ellos actuaban sospechosos, yo los descubrí...

Shindong que está ya bastante borracho, ya que el forastero llena su copa cada vez...

__te diré algo,  Taemin no lo sabe pero yo se lo diré, Minho es un idiota...ese tal Changmin se cree mucho con su trajecito de oficial,  pero yo se que ese al que tiene escondido debe ser, shhhh, seguro su amante.
__y donde dices que está esa casa abandonada?  (llena nuevamente el vaso)...
Shindong ya bastante flatulento__(indica) por allá, al otro lado del pueblo, es fácil llegar, dice antes de desplomarse de tan borracho.


Mientras.



Yunho se quedó fascinado nuevamente, ver desnudo a Jaejoong es la mejor de las visiones sagradas, su piel blanca, tan suave...tan candente, como el fuego abrazador eterno e infernal. Siguió mirándolo con lujuriosa fascinación, Yunho se adueñó de su boca, sus labios y besos se quitaban el aliento sintiendo sus erecciones cada vez más duras...abrumadoras llamaradas de fuego fluyen entre ellos.

Afuera la tormenta azota fría y furiosa,  dentro de la casa...es otra clase de tempestad., lluvia cálida y rojas brazas de deseo.

Deslizándose dentro de Jaejoong, lentamente, se contuvo un momento, abrazándolo, dentro de él...Jaejoong lo mira sonrojado por el calor que emana de sus cuerpos,  miradas llenas de complicidad, están pecando, incluso el pecado puede ser una bendición. Yunho está dentro de Jaejoong, dentro de su cuerpo.  Jamás será suficiente, nunca se cansarán de sentirse, amaban sentirse conectados de esa manera, cada empuje es un grito de libertad.



Yunho levantó las piernas de Jaejoong hasta sus hombros, no dejaron de mirarse en ningún momento, el pecador amante deslizó su pene en la apretada entrada del sacerdote pecador, susurra palabras candentes, que hacen sonrojar aun más sus mejillas...afuera la tormenta arrecia, en la casa Jaejoong siente el fuego devastador de Yunho en su interior.
Entonces comenzó la verdadera pasión, el éxtasis en todo su esplendor, mientras Yunho comienza a embestirlo sin contemplaciones,  Jaejoong alza las manos y se sujeta al dosel de la cama mientras mece las caderas.  Los jadeos y gemidos eran una súplica, una oración.

El éxtasis los consumió.

__si esta noche tuviera que morir, estaría feliz...
__que dices, no hables de despedidas tan eternas...
__si esta noche tuviera que morir sería feliz, porque conocí el amor y placer en tus brazos. Hacer el amor contigo, no puede ser considerado un pecado.
__hacer el amor contigo, es un constante morir y volver a vivir.

Cada vez renazco dentro de ti.

Yunho lo mira mientras Jaejoong se acurruca en su pecho__estás temblando, arrojaré más leños a la chimenea.
Jaejoong no deja que se aparte__mientras me sigas abrazando así, de este modo, nunca tendré frío.




La llama de los faroles se apagan lentamente, y las espermas de las velas ya casi apagan las mechas que quedan en las palmatorias...Iré por aceite para los faroles, dice Yunho,  Jaejoong se mueve entre sus brazos, sonríe, no tardes, dice casi susurrando,  Yunho busca sus labios, no tardaré, (en forma de broma le dice) no te vayas.

Un beso y se aparta, abre la puerta, el frío viento se coló como un vendaval,  Jaejoong se estremece., se acomoda en la tibieza de la cama, el lado de Yunho aun sigue cálido y templado.

De pronto se incorpora, escucha un ruido...la tormenta abre la puerta completamente, el deslumbre de un relámpago agrandan la sombra de un hombre que permanece en el umbral de la puerta.




Las pesadas ruedas de una carreta van surcando el barro del camino...Una voz desesperada se confunde con el ruido de la tormenta, nadie puede escucharla.  Cansado de gritar y con la garganta desgarrada, no puede más que aferrarse a los barrotes y ver alejarse todos sus sueños.

La lluvia poco a poco deja de caer, solo algunas gotas se mezclan con las lágrimas de quien es considerado un pecador.










CONTINUARÁ...

Agradezco a quienes aun siguen esta historia.